sábado, 23 de febrero de 2013

LA FILOSOFÍA DE KARL MARX





El mismo K. Marx (1.818-1.883) considera su pensamiento parte de los movimientos sociales y políticos de trabajadores emergentes en la segunda mitad del s. XIX. Su filosofía tiene así una vocación política y revolucionaria, en sintonía con la exaltación de la acción práctica que predomina en su época. “Hasta ahora, dice, la filosofía se ha encargado de interpretar el mundo, ahora se trata de transformarlo”. Marx considera también su filosofía como una inversión, un poner cabeza abajo, la filosofía de G. W.F. Hegel, del que sin embargo recibe las categorías fundamentales. Hegel es el mayor representante del idealismo alemán. Profesa un Idealismo objetivo, según el que “toda la realidad es racional y todo lo racional es real”. El mundo es producto de la construcción del Espíritu humano, de la conciencia humana, que, en su desarrollo, crea el contenido del mundo. Este desarrollo es una evolución dialéctica, por la que el sujeto una vez que comprende la realidad se reconoce en la realidad, dando lugar a un nuevo estadio en la evolución de la conciencia. La filosofía, y especialmente la filosofía de Hegel sería la culminación de este desarrollo del Espíritu, al ser la forma de la cultura en la que se comprenden todas las demás formas de conciencia. En lo que se refiere a la histori, para Hegel la culminación del desarrollo histórico es el Estado burgués que sería la expresión de la armonía entre el interés del individuo y del interés social.
K. Marx opone al Idealismo hegeliano una filosofía materialista y dialéctica, aunque quien denominó de esta manera su filosofía fue su amigo F. Engels. El materialismo marxista se basa en el principio de “que no es la conciencia la que determina el ser, sino el ser el que determina la conciencia”. Es decir las ideas, pensamientos y creencias colectivas son representaciones determinadas por la práctica social, más en concreto por los intereses de los grupos sociales. A diferencia de Engels, Marx no trata de proponer un sistema que de cuenta de los principios que rigen la naturaleza derivando a partir de ellos las leyes de la historia humana, sino que, de acuerdo con la idea anterior, asume la dialéctica hegeliana exclusivamente para explicar el desarrollo histórico de la humanidad. Este desarrollo no se debe al Espíritu, sino a la transformación de las relaciones de producción, que constituye la base material y fundamental de la realidad humana.
Para Marx el hombre es sobre todo un sujeto social y colectivo, todo hombre singular es parte de un colectivo y es la sociedad entera la que tiene la verdadera identidad. Lo que determina la sociedad son las relaciones sociales, predominantemente las relaciones productivas. Esto obedece a que el hecho más definidor de la realidad humana es el trabajo, homo faber, entendiendo por tal la capacidad de transformar la naturaleza conforme a las necesidades y fines humano. La capacidad del trabajo implica inventar y disponer sistemáticamente del instrumental técnico con el que transformar la naturaleza. Sólo el hombre es capaz de crear instrumentos sirviéndose de los instrumentos que le ofrece la naturaleza. Pero el trabajo sólo es útil como actividad social que requiere la cooperación de todos los miembros de la sociedad. Tenemos así que, como ser que depende de su trabajo, el hombre tiene que cooperar y socializarse, pero a la vez con esto se socializa el trabajo y se convierte un bien social. El destino último del hombre es desde esta perspectiva la “humanización de la naturaleza”, la transformación integral de la naturaleza según las necesidades humanas. Mientras para Hegel el hombre “espiritualiza la naturaleza” mediante la cultura, para Marx el hombre la “humaniza” mediante el trabajo.
La sociedad humana está determinada por las relaciones de producción que en ellas dominan. Se trata de las relaciones que entablan los hombres para producir según la división del trabajo que impera. La división del trabajo implica la especialización de la sociedad en las diferentes parcelas de la producción, pero sobre todo en la organización del proceso de trabajo, creándose con ello los grupos o sectores sociales. Esta división se torna inevitable al hacerse más compleja la sociedad y tener que atender las necesidades crecientes de sus miembros. Con ello se crean también los intereses las diferencias y las desigualdades sociales.
 


 
Toda sociedad se caracteriza por su modo de producción dominante. El modo de producción es la combinación de un nivel determinado de desarrollo de las fuerzas productivas,( la capacidad colectiva de producción según la preparación, los bienes disponibles, los medios técnicos y la organización de la producción) ,y las relaciones de producción imperantes. Éstas se determinan a su vez por la posición de los miembros de la sociedad en relación con los medios de producción, dividiéndose en lo fundamental entre los propietarios de los medios de producción y los que no poseen más propiedad que su fuerza de trabajo. Toda sociedad tiende a dividirse así entre dos clases o grupos fundamentales, los propietarios de los medios de producción y los trabajadores. La institución de la propiedad privada es la forma jurídica en la que se reconoce esa división.
Pero las relaciones de producción son un aspecto de la realidad social. En toda sociedad hay que distinguir la base material consistente en las relaciones económicas, y la superestructura ideológica, constituida por el entramado de ideas y creencias colectivas ordenadas en las diferentes visiones del mundo. La base económica determina, o al menos marca, los límites en los que se mueven las diferentes ideologías. Esto hay que entenderlo en el siguiente sentido:  las ideas de la gente responden a su posición social, en virtud de la necesidad de hacer valer los intereses sociales. Estas ideas cristalizan en visiones colectivas que Marx denomina “ideologías”. La ideología sería la representación o conjunto representaciones colectivas sobre el mundo y el hombre. Para Marx  la ideología es en lo fundamental una forma de “falsa conciencia” pues no se ve la realidad tal cual es sino mediatizada por el interés de clase. Pero sobre todo esta tergiversación o engaño social se debe al interés de los grupos dominantes de ocultar sus privilegios e intereses presentando las relaciones de producción,  que tienden a cambiar y transformarse,   como si fueran definitivas e inmutables. La ideología dominante en las sociedades divididas en clases oculta los verdaderos intereses de las clases dominadas, haciéndoles creer que su interés coincide con el de las clases dominantes.
El análisis de la sociedad se completa con la evaluación de la situación del hombre como sujeto social. Para Marx toda sociedad dividida en clases acarrea la alineación del hombre. Marx recoge éste concepto de Hegel y de L. Feuerbach, principal seguidor de la llamada “izquierda hegeliana”. Para Hegel la alineación es una fase del desarrollo de la conciencia consistente en que ésta al conocer su objeto todavía no se reconoce en él. Por eso el proceso dialéctico consiste en la”superación de la alineación”. L.Feuerbach y en general “los jóvenes hegelianos” ven en el sometimiento de la conciencia por motivos ideológico-religiosos la clave de la alineación y la dependencia del hombre. La alineación es, desde este punto de vista, el estado en el que el que el hombre queda despojado de su esencia al subordinar su conciencia a la idea de un ser absoluto, Dios, idea que el hombre, sin saberlo, ha creado, proyectando en ella la ilusión humana de ser omnipotente e infinito..
Para Marx la alineación se debe primero a razones económicas y después ideológicas. La alineación económica determina la alineación ideológica. Según esto mientras el trabajador es la fuerza principal de la producción, está excluido de la propiedad de los medios de producción, del control del proceso productivo y de los beneficios del trabajo. En estas condiciones de  “explotación del hombre por el hombre” el trabajador no puede realizarse como ser humano y se reduce a ser una pieza del proceso productivo. Como Marx identifica a la humanidad con las clases trabajadoras esta situación de explotación y alineación no afecta sólo a los trabajadores sino que implica también el estado de  sometimiento y dependencia de la humanidad en su conjunto.
Aunque la alineación ideológica proviene de la económica, en la práctica es un mecanismo de ocultamiento de la explotación económica. El sometimiento de la conciencia, la perdida de conciencia sobre la realidad de las condiciones que permiten la explotación, el consuelo en la divinidad o la vida eterna son aspectos de la alineación ideológica, que encubren la alineación económica.
Marx aplica la dialéctica a la historia para analizar las leyes históricas. Esto constituye el denominado “materialismo histórico”, que es el núcleo del pensamiento marxista. Marx considera el materialismo histórico una “ciencia” tan objetiva como la física o la biología. 
 

 El motor de la historia es la lucha de clases, asunto inevitable debido a la permanente contradicción que subyace en toda sociedad, por  poco compleja que sea, entre el desarrollo creciente de las fuerzas productivas y las relaciones de producción imperantes. Toda sociedad tiende a generar unas posibilidades productivas que por la limitación de sus relaciones de producción no puede aprovechar, lo que reclama unas nuevas relaciones de producción más eficaces. Esta contradicción estimula la lucha de clases, porque las clases explotadas precisan que haya unas relaciones de producción en las que puedan hacerse valer. La historia obedece así a unas leyes que según Marx conducen casi necesariamente al surgimiento de nuevas relaciones de producción mas eficaces, lo que coincide con los intereses de las clases trabajadoras, que serían sus principales beneficiarios. Marx desde esta perspectiva denomina a su pensamiento “socialismo científico” para distinguirlo del “socialismo utópico”. El “socialismo científico” ve en la revolución social y el socialismo la meta de la historia de acuerdo con lo que considera el análisis de las leyes objetivas del proceso histórico, mientras que el “socialismo  utópico” sustenta la fe en el socialismo sólo en las aspiraciones y deseos.
Si bien el avance de la historia es inevitable y está por encima de la voluntad de los individuos, el desarrollo de la lucha de clases como “partera de la historia” puede acelerar o retardar el resultado final. La conciencia social y política de las clases enfrentadas, especialmente de los trabajadores es a este respecto muy importante. Pero el hecho decisivo es la conquista política del poder por las clases emergentes , lo que en el caso del socialismo es condición necesaria para la creación de las relaciones de producción socialistas. Este hecho es coherente con la idea marxista de que el Estado no representa a la sociedad en su conjunto ni es producto de un pato o contrato entre los individuos sino que representa a las clases económicamente dominantes.
El avance de la historia implica la sustitución de los modos de producción. C. Marx distingue el modo de producción asiático, esclavista, feudal, capitalista y comunista. Dedica su obra principal,“El Capital”, a analizar el capitalismo con el fin de demostrar que su desaparición es inevitable en virtud de sus propias contradicciones, y que por ello no existe otra salida posible que preparar su sustitución por el socialismo.  El capitalismo convierte todo en mercancía, un bien intercambiable, que carece de valor en sí y sólo tiene el valor que le da el mercado. Pero el valor último de la mercancía proviene de la apropiación por parte del empresario de la plusvalía, es decir el excedente entre lo que cuesta producir la mercancía y lo que cuesta reponer la fuerza de trabajo, el mantenimiento de los trabajadores. El capital del que dispone el empresario proviene de esta plusvalía a la que no puede acceder el trabajador que la habría producido en gran medida. Al ser un sistema basado en la industrialización generalizada, el desarrollo técnico creciente y la organización del trabajo a escala masiva, el capitalismo generaría unas posibilidades y una creciente socialización de la producción, que, sin embargo, la sociedad no puede aprovechar, debido a que el capitalista dedica la plusvalía a su interés privado y no al desarrollo social de la producción. Para Marx el socialismo es inevitable tanto por estas contradicciones que llevan a una explotación creciente de los trabajadores colapsando las fuerzas productivas, como por su superioridad frente al capitalismo. Radica esta en que al detentar la sociedad la propiedad de los medios de producción en coherencia con la socialización delas fuerzas productivas, esto permite una planificación racional de la economía atendiendo al interés general. En sentido estricto el modo de producción alternativo al capitalismo sería el comunismo. Según el “Programa de Gotha” el socialismo es la fase de preparación del comunismo que se sucederían según el principio “de cada uno según su trabajo a cada uno según sus necesidades” en el comunismo, donde desaparecerían las clases sociales y el Estado como instrumento de dominación de una parte de la sociedad sobre el resto.


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